Los Órdenes del Amor
El amor únicamente tiene posibilidades de lograrse donde nosotros conocemos estos órdenes. El amor ciego, sin conocimiento, ignora los órdenes y, en consecuencia, nos hace errar en nuestro camino. En cambio, donde el amor conoce y respeta estos órdenes, también puede traer el fruto que nosotros anhelamos.
Así, el amor surte efectos benéficos y sanadores, tanto para nosotros como para nuestro entorno.
En el trabajo con Constelaciones Familiares suele presentarse para ser observado por el cliente como el tema que trae a constelar está expresado en una alteración de los órdenes del amor. Los típicos problemas en las llamadas familias disfuncionales según la psicoterapia moderna, son reconocidos por Hellinger como producto de una alteración en los Ordenes del Amor.
«Sólo si un paso sirve para apaciguar el sistema entero, sólo si todos los miembros de la red relacional se sienten aceptados y acogidos, se puede hablar de un Orden bueno, no afuera sino adentro«
Bert Hellinger
Los ÓRDENES DEL AMOR son las leyes básicas que rigen los sistemas humanos. Son leyes naturales que tienden a generar orden en las relaciones. Un orden a partir del cual el amor puede fluir a través de sus miembros. La transgresión de estos órdenes será origen de conflictos, y discordancias internas que pueden llegar a manifestarse como distintas patologías psíquicas y físicas. El sistema familiar humano se comporta como un sistema orgánico y regido por leyes físicas.
1er Orden TODOS TIENEN DERECHO A PERTENECER
Este orden nos habla de la necesidad de reconocer la dignidad y de respetar todo lo que fue, es, y será. Un individuo se siente “entero” de este modo, no niega ninguna parte de sí mismo, tiene una imagen interior más sana y completa.
El primer orden determina que cada miembro del sistema, vivo o muerto, tiene el mismo derecho a pertenecer.
Si dentro de ese sistema a algún miembro se le niega el derecho de pertenencia, por descalificación por conductas inapropiadas, o acciones, o comportamientos no permitidos en la consciencia o valores familiares, por ejemplo: un drogadicto, o un ladrón, una prostituta, un enfermo mental, etc, se crea un desorden en la familia. Cuando alguien queda excluido, el sistema pierde su equilibrio y recurre a mecanismos de compensación que a veces solo crean más desorden.
Por otro lado también hay determinadas personas que pretenden tener más derecho a pertenecer porque se consideran mejores. Pero el Alma Familiar no diferencia entre buenos y malos en ese sentido. Por lo que alguien puede buscar representar a ese excluido con conductas o comportamientos no aceptados familiarmente.
También se puede dar una exclusión por hijos muertos, o hijos no nacidos (abortos), que al no estar reconocidos por que no se habla de ellos, quebrantan esta orden, ocasionando caos familiar.
Cuando a algún miembro de la familia se le niega el mismo derecho a la pertenencia, el alma familiar o la conciencia familiar trata de restablecer el orden mediante una compensación
Es importante tener presente que todos aquellos que pertenecen al Sistema Familiar, tienen un lugar en el corazón de sus miembros.
El enfoque transgeneracional de las constelaciones familiares, nos dice que frecuentemente las consecuencias de una “exclusión” en una familia, aparecen en las generaciones posteriores. Puede suceder que un nieto, sin darse cuenta, reclame el derecho de pertenencia de un abuelo no reconocido, imitando su misma suerte.
En este primer Orden, es importante conocer sobre la Buena y la Mala Consciencia, ya que actuar bajo cualquiera de estas dos premisas, nos incluye o nos excluye del sistema.
Hablemos de cada una de ellas:
Buena Consciencia:
Aquello que normalmente definimos como conciencia es un sentido interno, similar a nuestro sentido del equilibrio. Con su ayuda percibimos cómo debemos comportarnos en un grupo para poder formar parte de él, y qué debemos evitar para no perder esta pertenencia. Tenemos la conciencia tranquila cuando cumplimos las condiciones para la pertenencia
La “buena conciencia” es lo que sentimos cuando vivimos la vida según las creencias que nos ha transmitido nuestro Sistema Familiar, nuestra educación, nuestras amistades, etc. Así pues, la “buena conciencia” tiene como finalidad mantenernos unidos a nuestro Clan.
Si, por ejemplo, nacemos en una familia racista y nos movemos en un entorno racista, lo que nos va a permitir sentirnos queridos, aceptados, o ser uno de ellos, pertenecer, es ser racista. En el momento en el que nos planteemos si ser racista es lo adecuado para nosotros, el sentimiento de culpa pasará a formar parte de nuestra vida.
Es importante resaltar que, bajo la buena consciencia, no hay evolución. La comodidad de la “buena conciencia” nos mantiene estancados.
La Mala Consciencia:
La mala conciencia la percibimos como culpa, ya que es todo aquello que está mal visto por la buena conciencia. Cuando nosotros caemos en mala conciencia creemos que se pone en riesgo nuestra pertenencia, de ahí que permanecer en mala conciencia sólo puede ser posible en la medida en que se puede resistir la culpa
Sin embargo dentro de la mala conciencia están los umbrales no explorados por la familia ni por mi, en este sentido si yo quiero poder conocer más, o cambiar mi forma de mirar la vida, o cambiar la forma en que me comporto, debo aludir a la mala conciencia, porque aún y cuando es lo mal visto por la familia, es lo que trae lo nuevo.
Esta Consciencia nos permite Evolucionar, ya que salimos del confort del clan para buscar nuevos caminos de transformación.
Si esos cambios y descubrimientos los vamos integrando y formando parte de nuestra vida, lo que vamos haciendo es ampliando la buena conciencia, hasta el punto en que aquello que era un objeto extraño y mal visto, ahora se convierte en algo conocido y cuando lo hacemos lo percibimos con inocencia porque ahora está dentro de la buena conciencia.
¿Qué es lo importante en todo caso? Que aquellos que vayas hacer desde la “mala consciencia” sea desde el amor, y no desde el resentimiento de querer hacerlo diferente. Tener la bendición de los mayores, es importante, asumir el riesgo e ir al servicio de la vida, sin duda alguna, te darán la energía para estar bien.
2do Orden: SISTEMA JERARQUICO
Desde el enfoque fenomenológico de Bert Hellinger, el ser se rige por el tiempo, y los anteriores tienen prioridad sobre los posteriores. Esta ley puede parecer jerárquica pero constituye un modelo de igualdad, ya que la “prioridad” está dada porque cada miembro, en el transcurso de su vida, tiene las mismas posibilidades de desarrollarse.
Este principio está relacionado con el tiempo, el peso y la función que cada persona ocupa en la familia.
- Tiempo: la prioridad pasa de arriba hacia abajo, siguiendo los conceptos de anterioridad y posterioridad.
- Peso: la relación entre el padre y la madre es lo más importante en una familia, luego viene la relación de los padres con los hijos y luego las relaciones con los demás miembros de la red familiar.
- Función: entre los padres hay una jerarquía particular, ya que dado que éstos siempre se encuentran al mismo nivel, su jerarquía resulta de su función, por ejemplo, de quien es el responsable de la seguridad en la familia.
Esta ley se realiza a través del tiempo, el que llegó primero es prioritario, el sistema respeta el orden de aparición en el tiempo y lo interpreta como más importante. También es importante la función que desempeña, un miembro cuya función es más importante para la supervivencia o el mantenimiento del sistema tiene prioridad.
El alma familiar y la conciencia familiar entonces cuidan sobre todo el derecho de los anteriores y sacrifican a los que llegaron posteriormente como compensación. Si la prioridad de los anteriores es respetada, los posteriores quedan libres, podría referirse a parejas anteriores donde la nueva relación se beneficia de la pérdida de la primera, hijos que vinieron antes y no son reconocidos, entre otros ejemplos
3er Orden: EQUILIBRIO EN EL DAR Y EL RECIBIR
La 3ª ley es la necesidad de equilibrio entre dar y recibir en las relaciones.
La vida se sustenta en el dar y en el recibir. Desde la nutrición, sobrevivimos porque nuestros padres o cuidadores nos dieron mucho. Nos mantenemos sanos y fuertes porque también intercambiamos de una manera que nos hace bien.
“La felicidad en una relación depende de la medida en que se da y se toma. Cuanto mayor sea el intercambio… más profunda es la felicidad”
Bert Hellinger
Este orden del amor refiere al equilibrio entre “dar” y “tomar” que, al igual que el tiempo, siempre fluye hacia delante. Por ejemplo, los padres “dan” la vida a sus hijos, y los hijos “toman” la vida de sus padres. Esta relación es la única que quedará siempre desequilibrada, porque los hijos nunca podrán devolver a sus padres el regalo de la vida. Lo único que pueden hacer, es tomar su vida y hacer algo bueno con ella.
Este orden nos dice que cuando un miembro de la familia “da” demasiado o, al contrario, cuando alguien “toma” algo que no le corresponde, esto genera un desequilibrio que puede tener consecuencias en toda la red familiar, ya que habrá una tendencia a reclamar este acto.
Cuando alguien nos da algo sentimos en nuestro interior la necesidad de compensar, de devolver. Así si alguien nos hace un regalo, sentimos el deseo de darle algo también, pero, así como ocurre con lo positivo ocurre también en lo negativo. Si alguien nos hace un mal, también sentimos la necesidad de devolverlo y de esta forma creamos nuestro intercambio, no se disuelve la relación por ello, la relación se disuelve cuando ya no hay intercambio.
En el caso de los hijos con respecto a los padres es distinto: los padres dan, dan, dan, dan continuamente. Y ¿Qué puede hacer el hijo? Tomar, tomar, tomar. ¿Podrás devolver algún día todo lo que ha recibido? No, pero sí podrá darlo a otros, a sus hijos si los tiene y a su comunidad.
El desequilibrio entre dar y recibir surge cuando alguien da más de lo que recibe o cuando alguien recibe tanto que se siente incapaz de devolver algo equivalente, o cuando alguien es incapaz de tomar del otro…
Muy frecuentemente estos principios no se respetan, es muy común que los hijos se inmiscuyan en asuntos de los padres, o que una injusticia cometida hacia un miembro de la familia quiera compensarse por alguien de una generación posterior.
Las consecuencias de estos desórdenes no se pueden predecir, y se revelan por sus efectos. En una Constelación es posible sacar a la luz este tipo de dinámicas, para poder trabajar sobre ellas y generar movimientos de solución.
Cuando estos órdenes son respetados el amor puede fluir libremente, sin obstáculos, entonces todo es más ligero, y sentimos que nuestras raíces nos mantienen fuertes y estables a través de las dificultades que vamos encontrando a nuestro paso en la vida.
Comprender estos órdenes, nos ayudan a sanar.
Muchas veces rompemos sin «querer» nuestro sistema, cuando asumimos el rol del hijo mayor siendo los más pequeños, entonces podemos hasta sufrir de nuestro sistema óseo, por tener roles que no nos corresponden, porque simplemente necesitamos que nos amen por lo que hacemos y no por lo que somos, entonces hay problema de desvalorizacion. Esto es tan solo un ejemplo.
¿Cuál es tu lugar en tu sistema familiar?
Es importante saber si antes que tu, tu mamá tuvo abortos o un niño que se haya muerto pequeño y que simplemente nadie habla de el/ella.
Chequear en que eres leal a tu familia, que haces para pertenecer
¿Como te sientes al dar o al recibir? siente que hay equilibrio o eres de los que piensan que dan mucho y no reciben suficiente?
Preguntarte esto, te puede ayudar a ver qué es lo que te está pasando, porque te enfermas, o no tienes buenas relaciones, o no consigues trabajo, en fin muchas de las situaciones que podemos estar viviendo como personas, puede ser el resultado de no respetar estas Órdenes del Amor.
Si te interesa una Constelación Familiar para abordar cualquiera de estas situaciones que estés viviendo, estoy a tu servicio
Soy Mercedes Navas RL/ Facilitador Bio-Sistémico Integral